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¿QUÉ SON LOS SANTANDER FONDOS, CÓMO FUNCIONAN Y CÓMO INVERTIR?

Un fondo de inversión es una herramienta financiera colectiva que agrupa el dinero de muchos inversionistas para formar un portafolio administrado por expertos. En lugar de comprar activos de forma individual, inviertes en un conjunto diversificado de instrumentos como bonos, acciones o activos internacionales. Esto reduce el riesgo, mejora el potencial de rendimiento y permite acceso a estrategias profesionales con montos relativamente bajos. En México, estos fondos están regulados por la CNBV, lo que garantiza transparencia y seguridad. Santander Fondos, a través de SAM Asset Management, ofrece una gama robusta de productos para cada perfil de riesgo: conservador, moderado o agresivo. En este artículo conocerás qué son los fondos de inversión, cómo funcionan los de Santander y cómo puedes comenzar a invertir desde la app o sucursales.

¿Qué son los fondos de inversión?


Un fondo de inversión es un instrumento financiero donde muchas personas reúnen su dinero para invertirlo de forma conjunta. Imagina que haces una “vaquita” con amigos o familiares para un objetivo común: todos aportan cierta cantidad y ese dinero lo administra alguien con experiencia para beneficio de todos. De manera similar, en un fondo de inversión los recursos de múltiples inversionistas se juntan en un patrimonio común, el cual es gestionado por profesionales financieros. Cada inversionista es dueño de una parte proporcional del fondo, representada en participaciones (también llamadas unidades o acciones del fondo).


El fondo de inversión funciona así: los gestores (expertos que administran el fondo) toman las decisiones sobre dónde invertir el dinero colectivo según la estrategia y objetivos del fondo. Pueden invertir en diversos activos financieros como acciones de empresas, bonos (deuda gubernamental o corporativa), bienes raíces, e incluso una combinación de ellos, dependiendo del tipo de fondo. Por ejemplo, un fondo puede destinar el dinero a comprar acciones de muchas compañías diferentes, o a adquirir bonos de gobierno, o una mezcla de ambos. Al diversificar las inversiones del fondo, buscan equilibrar riesgos y rendimientos.


Cada inversionista en el fondo posee participaciones que representan su parte del patrimonio total. El valor de estas participaciones cambia día con día en función del desempeño de las inversiones del fondo. Si las inversiones van bien (por ejemplo, suben las acciones o pagan intereses los bonos), el valor de las participaciones aumenta, lo que significa que tu dinero crece. Si tienen un mal desempeño, el valor de tus participaciones puede disminuir. La ventaja es que, al estar todo el dinero agrupado, incluso con una aportación pequeña puedes estar invertido en una cartera diversificada que sería difícil de replicar por tu cuenta.


En resumen, un fondo de inversión es una forma colectiva y administrada profesionalmente de invertir. Los inversionistas aportan su dinero a un fondo común, un administrador especializado (en México suelen ser las operadoras de fondos autorizadas por la autoridad financiera) toma las decisiones de inversión, y cada participante obtiene los beneficios (o pérdidas) proporcionales al monto que invirtió. Esta estructura facilita que personas con poco conocimiento o capital puedan acceder a oportunidades de inversión que, de forma individual, requerirían mucho más dinero o dedicación.



Ventajas de los fondos de inversión


Invertir a través de fondos de inversión ofrece numerosos beneficios para el inversionista promedio. A continuación, destacamos las principales ventajas de este vehículo financiero, que lo han vuelto muy popular:


  • Diversificación: Al invertir en un fondo, tu dinero se distribuye en diferentes instrumentos y emisores. Es decir, no “pones todos los huevos en la misma canasta”. Por ejemplo, en lugar de comprar solo las acciones de una empresa, con un fondo de renta variable tu dinero se reparte en decenas o cientos de empresas. Esta diversificación reduce el riesgo, ya que si alguna inversión va mal, puede compensarse con otras que vayan bien. Incluso fondos de deuda invierten en muchos bonos distintos. Lograr una cartera tan diversificada por cuenta propia requeriría mucho capital; en cambio, el fondo lo hace posible juntando los recursos de muchos.

  • Gestión profesional: Los fondos cuentan con gestores profesionales, respaldados por equipos de analistas y expertos en mercados financieros. Ellos se dedican a analizar la economía, las empresas y las tendencias del mercado para tomar decisiones informadas sobre las inversiones del fondo. Para ti como inversionista, esto significa que hay alguien con experiencia manejando tu dinero. No necesitas ser un experto financiero para invertir, porque delegas esas decisiones en profesionales cuya tarea diaria es buscar las mejores oportunidades y gestionar los riesgos. Esto brinda tranquilidad, especialmente a quienes no tienen el tiempo o conocimiento para monitorear sus inversiones constantemente.

  • Acceso a mercados globales: Mediante los fondos de inversión puedes acceder a oportunidades en distintos mercados y sectores del mundo, algo que sería complicado individualmente. Por ejemplo, podrías invertir en un fondo internacional que compre acciones en Estados Unidos, Europa o Asia, o en un fondo que invierta en bienes raíces globales, materias primas, etc. Los fondos te abren la puerta a invertir más allá de tu localidad, aprovechando el alcance global de las grandes gestoras. Con montos relativamente pequeños, participas en mercados extranjeros que de otro modo requerirían mucho dinero y trámites para entrar.

  • Transparencia: Los fondos de inversión están regulados por autoridades financieras (por ejemplo, en México la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV)). Estas regulaciones exigen altos estándares de transparencia y protección al inversionista. Antes de invertir, tienes acceso a un prospecto o folleto informativo del fondo, donde se detalla su objetivo, en qué invierte, qué riesgos tiene, las comisiones que cobra, historial de rendimientos, etc. Además, la sociedad administradora debe proporcionarte información periódica sobre cómo va el fondo: valor de tus participaciones, rendimientos obtenidos, cambios en la estrategia, etc. En otras palabras, sabes dónde está tu dinero y cómo se está manejando.

  • Liquidez: La mayoría de los fondos de inversión abiertos permiten retirar tu dinero con relativa facilidad. Si en algún momento necesitas disponer de tu inversión, puedes vender (reembolsar) tus participaciones y recibir tu dinero de vuelta, generalmente en un plazo corto (por ejemplo, en 24 a 72 horas hábiles, dependiendo del fondo y la institución). Esto hace que los fondos sean bastante líquidos en comparación con invertir directamente en, digamos, bienes raíces o depósitos a plazo fijo con penalizaciones por retiro anticipado. Aunque se recomienda invertir a mediano o largo plazo, saber que puedes salir del fondo cuando lo requieras brinda flexibilidad.

  • Inversión accesible: Contrario al mito de que “se necesita ser rico para invertir”, los fondos suelen tener montos mínimos de entrada muy asequibles. Puedes comenzar con sumas pequeñas, que pueden ir desde algunos cientos de pesos. Esto democratiza la inversión, ya que prácticamente cualquier persona puede participar. Por ejemplo, en lugar de requerir $50,000 para comprar una variedad de acciones por tu cuenta, un fondo te puede permitir entrar con $1,000 pesos y estar invertido proporcionalmente en esa misma variedad. Además, puedes hacer aportaciones adicionales poco a poco (por ejemplo, invertir mensualmente una cantidad fija) para hacer crecer tu inversión con el tiempo.

  • Simplicidad: Invertir en un fondo es relativamente sencillo. Una vez que eliges el fondo adecuado a tus objetivos, invertir es tan fácil como comprar participaciones a través de tu banco, casa de bolsa o plataforma financiera de tu preferencia. No tienes que preocuparte por comprar y vender muchos activos individuales ni por hacer complejos análisis; el fondo se encarga de eso por ti. Para el inversionista, esto se traduce en comodidad: con una sola decisión (elegir el fondo) estás obteniendo una cartera completa. La información sobre tu inversión viene consolidada en un solo estado de cuenta, facilitando el seguimiento de tus resultados. En resumen, es una forma de invertir sin complicarse la vida con trámites e investigación extensiva por cuenta propia.


Clasificación por tipo de fondo y perfil de riesgo


No todos los fondos de inversión son iguales. Existen distintos tipos de fondos según los activos en los que invierten y el nivel de riesgo que conllevan. Al elegir un fondo, es importante conocer su categoría, ya que esto te dará una idea de qué puedes esperar en términos de volatilidad (fluctuaciones de valor) y potencial de rendimiento. A continuación, describimos las principales clases de fondos y su perfil de riesgo asociado:


  • Fondos de deuda (renta fija): También conocidos como fondos de renta fija, invierten principalmente en instrumentos de deuda, como bonos gubernamentales (ejemplo: Bonos de Tesoro, CETES en México) o bonos corporativos de empresas. Estos instrumentos pagan intereses y tienen fechas de vencimiento. Los fondos de deuda suelen ser considerados de bajo riesgo en comparación con otros tipos de fondos, ya que los bonos ofrecen retornos más estables y predecibles. El objetivo principal es conservar el capital y obtener un rendimiento moderado. Son ideales para inversionistas con perfil conservador o para objetivos de corto a mediano plazo. Sin embargo, aunque el riesgo es menor, no son totalmente libres de riesgo: el valor del fondo puede fluctuar con cambios en las tasas de interés o si algún emisor de deuda incumple.

  • Fondos de renta variable (acciones): Estos fondos invierten en acciones de empresas, es decir, en la bolsa de valores. Se les llama de “renta variable” porque las acciones no garantizan un pago fijo, sino que su rendimiento depende del desempeño de la empresa y del mercado. Tienen un perfil de riesgo alto pero también un potencial de rentabilidad más elevado en el largo plazo. Pueden enfocarse en un índice específico (por ejemplo, el IPC de la Bolsa Mexicana, el S&P 500 de EE.UU.) o en sectores y regiones diversas. Los precios de las acciones pueden subir y bajar significativamente en el corto plazo, por lo que estos fondos son más volátiles. Suelen ser recomendados para inversionistas con perfil agresivo que buscan crecimiento de capital a largo plazo y que están dispuestos a tolerar altibajos en el camino.

  • Fondos mixtos (multiactivos): Como su nombre sugiere, combinan renta fija y renta variable en una sola cartera. Los fondos mixtos invierten tanto en bonos como en acciones (y a veces en otros activos), buscando un balance entre riesgo y rendimiento. Hay diferentes tipos de fondos mixtos dependiendo de la proporción de acciones vs bonos que manejen; por ejemplo, algunos pueden ser “moderados” con un 50% en acciones y 50% en bonos, otros más conservadores con quizás 20% acciones y 80% bonos, o viceversa. El perfil de riesgo de un fondo mixto es medio, ya que está a mitad de camino entre la estabilidad de la deuda y la volatilidad de las acciones. Son una buena opción para inversionistas con perfil moderado, o para quienes quieren una solución “todo en uno” diversificada. También pueden servir a objetivos de mediano plazo, o a quienes desean crecimiento pero con algo de protección ante caídas fuertes del mercado.

  • Fondos temáticos o sectoriales: Son fondos de renta variable (en muchos casos) que se enfocan en un sector económico específico o en una temática particular. Por ejemplo, hay fondos del sector tecnológico, del sector salud, de energía, o temas como inversiones en empresas ecológicas/sustentables, en innovación, en bienes raíces (fibras o REITs), etc. La idea es invertir en un conjunto de empresas ligadas por esa temática. El perfil de riesgo de estos fondos varía según el tema, pero generalmente al concentrarse en un sector pueden ser riesgosos (porque si a ese sector en particular le va mal, todo el fondo se ve afectado). Sin embargo, permiten al inversionista apostar por áreas de interés o con alto potencial de crecimiento. Son adecuados para complementar un portafolio diversificado, pero quizá no como la única inversión, dada su menor diversificación por estar concentrados en un ámbito específico.

  • Fondos de inversión libre (hedge funds): Mencionamos brevemente este tipo para tener un panorama completo. Los fondos de inversión libre, conocidos mundialmente como hedge funds, son fondos con estrategias más flexibles y a veces complejas. A diferencia de los fondos tradicionales, pueden usar apalancamiento (endeudarse para invertir más), tomar posiciones en derivados, vender en corto (apostar a la baja de activos) y otras tácticas avanzadas. Su objetivo suele ser obtener la mayor rentabilidad posible incluso en condiciones de mercado adversas. Su perfil de riesgo es alto o muy alto, y por regulaciones, suelen estar disponibles solo para inversionistas institucionales o individuos con mucho patrimonio y experiencia (en México y muchos países, estos fondos no son de oferta pública amplia). Para el inversionista promedio que recién comienza, los hedge funds no son una opción típica ni necesaria; es más bien un nivel avanzado de inversión.



¿Para quiénes son recomendables?


Los fondos de inversión pueden adaptarse a distintos perfiles de inversionista y a diversas metas financieras. Antes de elegir un fondo, es importante que consideres qué tipo de inversionista eres y cuáles son tus objetivos, ya que de eso depende el tipo de fondo más adecuado para ti. A grandes rasgos, los perfiles de inversionista se suelen clasificar en conservador, moderado y agresivo, y cada uno corresponde a diferentes necesidades:


  • Inversionista conservador: Prefiere la seguridad sobre la rentabilidad. Si te consideras conservador, probablemente busques preservar tu capital por encima de todo, incluso si eso implica obtener ganancias modestas. Te incomodan las fluctuaciones fuertes en tu inversión y podrías necesitar liquidez en el corto plazo. Para este perfil, son recomendables los fondos de bajo riesgo, como los fondos de deuda o algunos fondos de mercado monetario (que invierten en instrumentos muy seguros a corto plazo). Estos fondos tienden a tener rendimientos más estables y menores variaciones. Un inversionista conservador típicamente tiene objetivos como mantener un fondo de emergencia, ahorrar para un gasto próximo (por ejemplo, la inicial de una casa en un par de años) o simplemente no asumir riesgos innecesarios con sus ahorros.

  • Inversionista moderado: Busca un equilibrio entre crecimiento y seguridad. Si eres moderado, estás dispuesto a asumir algo de riesgo para conseguir mejores rendimientos que los que daría solamente la deuda, pero tampoco te lanzarías al riesgo máximo. Toleras cierta volatilidad en el valor de tus inversiones, entendiendo que es parte del proceso para lograr crecimiento, pero buscas limitar posibles pérdidas grandes. Para este perfil, pueden ser apropiados los fondos mixtos o una combinación de fondos de deuda y renta variable. Por ejemplo, podrías invertir parte en un fondo de renta fija y parte en uno de renta variable, o elegir un fondo balanceado que ya incluya ambas. Tus objetivos podrían ser de mediano a largo plazo, como ahorrar para la educación de tus hijos en 5-10 años, acumular patrimonio para un proyecto futuro, o hacer crecer tus ahorros por encima de la inflación pero sin volatilidad extrema.

  • Inversionista agresivo: Prioriza el crecimiento del capital a largo plazo y está dispuesto a tolerar riesgos y variabilidad en el corto plazo. Si eres agresivo, entiendes que las inversiones más rentables suelen venir con mayor incertidumbre y estás dispuesto a ver altibajos pronunciados en el valor de tu portafolio con tal de lograr un rendimiento superior en el tiempo. Este perfil suele invertir principalmente en fondos de renta variable e incluso en fondos especializados o temáticos de alto potencial. También podría incluir algunos fondos internacionales o de sectores específicos buscando mayor rendimiento. Los objetivos típicos de un perfil agresivo son a largo plazo, como formar un fondo considerable para el retiro, generar patrimonio significativo, o simplemente maximizar ganancias porque no necesitarás ese dinero en el futuro cercano. Aunque el potencial de crecimiento es mayor, un inversionista agresivo debe ser consciente de que podría enfrentar caídas temporales importantes y necesita tener paciencia y disciplina para no entrar en pánico ante la volatilidad.


En la práctica, muchas personas no encajan al 100% en una sola categoría rígida; puede que te consideres moderado con tendencia conservadora, por ejemplo. Además, el perfil puede cambiar con la edad o la situación: quizás de joven eres agresivo buscando crecer tu patrimonio, y conforme te acercas a la edad de retiro te vuelves más conservador para proteger lo acumulado. Lo importante es identificar tu tolerancia al riesgo y tus objetivos (tiempo en el que necesitarás el dinero, meta de cantidad, etc.) para elegir fondos acordes. Por fortuna, en el mercado existe una variedad enorme de fondos que se ajustan a prácticamente cualquier perfil y objetivo.



Consideraciones clave antes de invertir


Antes de colocar tu dinero en un fondo de inversión, vale la pena analizar algunos factores y hacer tu tarea. Si bien los fondos facilitan mucho el proceso de invertir, no significa que debamos entrar a ciegas. Aquí hay algunas consideraciones clave que debes tener en cuenta al momento de decidir invertir en un fondo específico:


  • Comisiones y costos: Los fondos de inversión cobran comisiones por la gestión y administración de tu dinero. Las más comunes son la comisión de administración (un porcentaje anual sobre tu dinero invertido que cobra la gestora por manejar el fondo) y, en algunos casos, comisión de desempeño (un porcentaje sobre las ganancias si el fondo supera cierto objetivo) o comisión de compra/venta (carga inicial o de salida, aunque muchos fondos ya no las tienen o son mínimas). Es importante revisar los costos porque impactan en el rendimiento neto que recibes. Por ejemplo, si un fondo gana un 7% en el año pero cobra 1.5% de comisión, tu ganancia neta sería 5.5% aproximadamente. Busca fondos con comisiones razonables y justificación para cobrarlas (por ejemplo, gestión activa que aporte valor). Hoy en día existen incluso fondos indexados o ETF con comisiones muy bajas.

  • Horizonte de inversión: Pregúntate ¿por cuánto tiempo puedo dejar invertido este dinero? El horizonte de inversión es crucial para elegir el tipo de fondo. Si tu objetivo es a corto plazo (menos de un año, por ejemplo pagar la boda, unas vacaciones próximas o un fondo de emergencia), probablemente te convienen fondos muy conservadores o de liquidez diaria, para minimizar el riesgo de pérdida en ese periodo corto. Si tu horizonte es de varios años, puedes asumir más riesgo porque tienes tiempo para recuperarte de posibles bajas del mercado; en ese caso fondos de renta variable o mixtos podrían ser adecuados. Cada fondo suele indicar un horizonte recomendado (por ejemplo, “inversión a 1-3 años”, “a más de 5 años”), úsalo como guía. Invertir con un horizonte equivocado puede llevarte a retirar el dinero en un mal momento por necesidad, cristalizando pérdidas que habrían sido temporales.

  • Volatilidad y tolerancia al riesgo: Aun dentro del mismo horizonte, diferentes fondos tienen distintos niveles de volatilidad. La volatilidad se refiere a qué tanto fluctúa el valor de tu inversión en el corto plazo. Un fondo de acciones internacionales puede variar varios porcentajes en un solo día, mientras que un fondo de bonos de corto plazo quizás casi no se mueva o lo haga muy poco. Debes estar cómodo con las fluctuaciones esperadas del fondo que elijas. Si sabes que te pondrías muy nervioso si tu inversión pierde 10% en un mes, quizá no es buena idea un fondo muy volátil. Revisa el perfil de riesgo del fondo (los folletos suelen calificar los fondos del 1 al 5 o 1 al 7 en nivel de riesgo, por ejemplo) y sus variaciones históricas. Alinea el riesgo con tu perfil: los conservadores eligen volatilidad baja, los moderados media, los agresivos pueden tolerar alta volatilidad.

  • Rendimientos históricos vs. futuros: Es muy común fijarse en los rendimientos históricos de un fondo (por ejemplo, “este fondo ganó 15% el año pasado”). Si bien el historial es un dato útil, debes tomarlo con precaución. Un dicho muy importante en finanzas es: “rendimientos pasados no garantizan rendimientos futuros”. Que un fondo haya tenido buen desempeño en el pasado no significa que lo seguirá teniendo, especialmente si las condiciones del mercado cambian. Al evaluar un fondo, mira su consistencia en periodos largos (3, 5, 10 años) y cómo se comportó en momentos difíciles del mercado, no solo el último año. Evita elegir un fondo únicamente porque “está de moda” o tuvo un rendimiento excepcional reciente, sin entender por qué lo tuvo. A veces fondos muy arriesgados encabezan la lista un año pero caen al siguiente. Usa el rendimiento histórico como una referencia, pero también analiza la estrategia del fondo, quién lo administra, y si esas ganancias provienen de algo sostenible.

  • Selección del fondo adecuado: Finalmente, dedícale tiempo a investigar y comparar los fondos disponibles antes de invertir. Algunos puntos a revisar: el objetivo y política de inversión del fondo (¿encaja con lo que buscas? por ejemplo, un fondo de crecimiento agresivo vs. uno conservador de preservación de capital), el perfil de riesgo, las comisiones (ya mencionadas), el historial y experiencia del gestor o de la institución que lo maneja, y detalles como restricciones o penalizaciones (¿tiene algún plazo mínimo de permanencia?, ¿cobra algo si sales muy pronto?). También fíjate en el tamaño del fondo y liquidez (fondos muy pequeños o con poca liquidez pueden ser más difíciles de manejar). Muchos inversionistas encuentran útil leer comentarios o análisis de expertos sobre ciertos fondos, o incluso hablar con un asesor financiero de confianza, quien puede recomendarte opciones según tu perfil. Recuerda que el mejor fondo para alguien más no necesariamente lo es para ti; todo depende de tus objetivos y tolerancia al riesgo.



Ejemplo práctico de cómo funciona una inversión en fondo


Para entender mejor la mecánica, veamos un ejemplo simplificado de una inversión en un fondo y cómo podrías obtener rendimientos. Imagina que tienes $20,000 pesos disponibles y decides invertirlos en un fondo de inversión. Supongamos que el fondo “XYZ Acciones Globales” tiene un valor de $50 pesos por participación al momento de invertir (este precio por participación refleja el valor de la cartera del fondo dividido entre todas sus participaciones). Con tus $20,000 pesos, compras 400 participaciones del fondo (porque 20,000 / 50 = 400).


A lo largo del primer año, las inversiones del fondo tienen un buen desempeño: suben las acciones en las que invierte y además algunas pagan dividendos que se reinvierten en el fondo. Como resultado, el valor por participación del fondo “XYZ Acciones Globales” aumenta de $50 a $55 pesos. ¿Qué pasó con tu inversión? Tus 400 participaciones que inicialmente valían $20,000 ahora valen $22,000 en total (400 x $55 = $22,000). Acabas de obtener una ganancia de $2,000 pesos, equivalente a un 10% de rendimiento sobre tu inversión original en un año.


Si decides mantener tu dinero invertido, el efecto compuesto puede hacer crecer aún más tu capital. Siguiendo el ejemplo, supongamos que en un segundo año el fondo vuelve a crecer otro 10%. Ahora el valor por participación subiría a aproximadamente $60.5 pesos (porque 55 + 10% de 55 = 60.5). Tus mismas 400 participaciones pasarían a valer $24,200 (400 x 60.5), ganando $2,200 adicionales ese segundo año. Observa que la ganancia del segundo año ($2,200) fue mayor que la del primero ($2,000) a pesar de que el rendimiento porcentual fue el mismo (10%). Esto ocurre gracias a que estás ganando rendimiento sobre un monto ya incrementado el año previo; es decir, las ganancias se van reinvirtiendo y generando más ganancias, lo que se conoce como rendimiento compuesto.


Desde luego, en la realidad los rendimientos no son fijos ni garantizados. Un año el fondo podría subir, otro quizá bajar algo dependiendo de las condiciones del mercado. Por ejemplo, si en el tercer año hubiera una caída del mercado y el valor por participación bajara a $ Fifty-five (imaginemos una caída del 10% desde 60.5 a ~54.45 pesos por participación), el valor de tus 400 participaciones sería entonces alrededor de $21,780. En ese caso habrías perdido una parte de lo ganado (tu inversión valdría menos que al finalizar el segundo año, aunque aún estaría por encima de lo que invertiste inicialmente). Este ejemplo ilustra que las inversiones en fondos pueden fluctuar, pero a largo plazo, si el fondo es bueno y el mercado crece, tu dinero tiende a incrementarse.


También puedes hacer aportaciones adicionales o retiros. Siguiendo la historia, digamos que tras el primer año decides agregar otros $10,000 pesos al fondo, aprovechando que te fue bien. En ese momento el valor por participación era $55, así que compras ~181.8 participaciones más (redondeando, 182 participaciones adicionales). Ahora poseerías 582 participaciones. De ahí en adelante, tus rendimientos se calcularán sobre ese nuevo total de participaciones. Este ejemplo muestra la flexibilidad: puedes ir incrementando tu inversión conforme tengas recursos, y el fondo los integra en la misma cesta diversificada.


En resumen, así opera un fondo: aportas dinero, se convierte en participaciones cuyo valor refleja el desempeño del portafolio gestionado por expertos. Con el tiempo, ese valor puede crecer (o disminuir) y tú tienes la libertad de mantenerte invertido para buscar rendimientos a largo plazo, agregar más dinero, o salir vendiendo tus participaciones cuando necesites liquidez.



Mitos comunes sobre los fondos de inversión


Aunque los fondos de inversión son cada vez más populares, todavía existen algunos mitos o ideas equivocadas que pueden desalentar a la gente de usarlos o crear confusiones. Vamos a aclarar los mitos más comunes:


  • Mito: “Los fondos de inversión son solo para expertos en finanzas o gente con mucho dinero.”
    Realidad: Falso. Los fondos justamente se crearon para que cualquier persona pueda invertir sin ser un experto ni millonario. Como vimos, muchos fondos permiten invertir con montos pequeños (incluso desde $100 pesos en algunas plataformas) y no necesitas tener conocimientos profundos, ya que un gestor profesional toma las decisiones. Son una herramienta apta para principiantes, pequeños ahorradores y en general para quien quiera hacer crecer su dinero, sin importar su nivel de experiencia financiera.

  • Mito: “Invertir en un fondo garantiza que siempre ganaré dinero.”
    Realidad: No es así. Ninguna inversión legítima puede garantizar ganancias todo el tiempo. Los fondos de inversión invierten en mercados reales (bolsas de valores, bonos, etc.) que suben y bajan. Habrá periodos en que tu fondo genere rendimientos positivos y otros en que pueda tener pérdidas temporales. Lo importante es entender que los fondos, como cualquier inversión, conllevan riesgos. La ventaja es que, manejados adecuadamente y con diversificación, pueden mitigar riesgos, pero nunca eliminarlos por completo. Desconfía de quien te pinte los fondos como ganancia segura; la realidad es que son una buena opción de crecimiento a mediano-largo plazo, pero con altibajos.

  • Mito: “Es mejor escoger el fondo que tuvo mejor rendimiento el año pasado, así ganaré más.”
    Realidad: El rendimiento pasado no asegura el rendimiento futuro. Un fondo que fue estelar el año anterior pudo haber tomado riesgos altos o haberse beneficiado de situaciones excepcionales que quizá no se repetirán. Al elegir un fondo, no te dejes llevar solo por el desempeño reciente. Es más importante que el fondo se ajuste a tu perfil y objetivos, y que tenga una estrategia sólida y consistente en el tiempo. Muchas veces es preferible un fondo con rendimientos buenos pero consistentes durante varios años, que uno que fue número 1 un año y luego se desplomó. En síntesis: investiga la trayectoria completa y la filosofía del fondo, no solo la cifra del año pasado.

  • Mito: “Si invierto en fondos, no puedo sacar mi dinero fácilmente o me lo dejan congelado.”
    Realidad: La mayoría de los fondos de inversión ofrecen alta liquidez. Puedes rescatar (vender) tus participaciones cuando lo necesites, y usualmente en pocos días el dinero está de vuelta en tu cuenta. No es como encerrar el dinero bajo llave. Claro, hay fondos con ciertas restricciones (por ejemplo, algunos fondos especializados o fondos inmobiliarios pueden tener ventanas de liquidez), pero son la excepción y se te informa de antemano. Para el caso de fondos comunes disponibles al público, tienes flexibilidad. Eso sí, recuerda que si retiras en un mal momento del mercado puedes realizar pérdidas. Pero técnicamente, tu dinero no está “atrapado”: tienes control y acceso a él cuando lo requieras.

  • Mito: “Invertir en un fondo es muy complicado y difícil de entender.”
    Realidad: Al principio, como cualquier tema nuevo, puede parecer complicado entender cómo funcionan los fondos de inversión. Pero en esencia, como hemos explicado, no es tan difícil: es juntar dinero de muchos para que un experto lo invierta diversificadamente. Hoy en día las instituciones financieras ofrecen información clara, folletos simplificados e incluso asesores que te guían en el proceso. Además, con la tecnología, invertir en un fondo se ha vuelto tan sencillo como hacer unas cuantas clics en una aplicación. No necesitas calcular nada complejo ni hacer trámites engorrosos. Una vez das el paso y entiendes los conceptos básicos (que esperamos esta guía te haya ayudado a aclarar), verás que invertir en fondos es bastante accesible y manejable para cualquiera.

Fondos Santander y sus estrategias


Santander Fondos, administrado por SAM Asset Management, ofrece una selección integral de productos para distintos perfiles de riesgo. A abril de 2025, estos son los fondos más representativos agrupados por categoría: deuda, renta variable, mixtos y especializados. Cada uno tiene una estrategia única, diseñada para cumplir objetivos específicos de inversión.


Fondos de deuda: estabilidad y liquidez


  • FONSER1: invierte en deuda mexicana de corto plazo emitida por el gobierno y bancos. Ofrece liquidez diaria y bajo riesgo.

  • SERFIMX: mezcla deuda corporativa y gubernamental de mediano plazo. Ideal para quienes buscan estabilidad con rendimientos moderados.

  • STERUSD: expone a instrumentos de deuda denominados en dólares. Recomendado para diversificar en moneda extranjera con riesgo moderado.


Fondos de renta variable: crecimiento a largo plazo


  • ST&ER-C: acciones mexicanas de alta capitalización. Busca superar al IPC con gestión activa. Riesgo alto.

  • SERVALM: renta variable global en mercados desarrollados vía SIC. Apuesta por crecimiento sostenido, con volatilidad internacional.

  • SERESG: invierte en empresas mexicanas con enfoque ESG. Combina sostenibilidad con oportunidades de crecimiento.


Fondos mixtos: combinación balanceada


  • SERBAL1: fondo conservador que mezcla hasta 30% en acciones y el resto en deuda. Bajo riesgo, buen punto de partida.

  • SERBAL2: estrategia moderada con hasta 50% en acciones y exposición internacional. Equilibrio entre rendimiento y control.

  • SERBAL3: fondo agresivo con hasta 70% en renta variable. Diseñado para maximizar retornos a largo plazo.


Fondos especializados: visión global y diversificación


  • SERGOHY: deuda global de alto rendimiento vía “Santander Go High Yield Bond”. Riesgo alto, atractivo en horizontes largos.

  • SERGDYB: deuda internacional flexible con asesoría de PIMCO. Ideal para aprovechar cambios en tasas y divisas.

  • SELECTMX: combina acciones locales e internacionales con gestión activa por firmas como BlackRock y J.P. Morgan. Perfil dinámico con liquidez en 72h.


Todos los fondos están respaldados por análisis macroeconómico, selección de activos por expertos y estrategias locales o globales. Santander integra tecnología, cobertura internacional y alianzas con gestoras reconocidas para maximizar valor para el cliente.


Los Fondos Santander combinan la experiencia bancaria con estrategias diversificadas para navegar en mercados cambiantes. Su secreto poco evidente está en la capacidad de aprovechar ciclos económicos a través de un manejo flexible de activos, ofreciendo a los inversores una alternativa que equilibra dinamismo y solidez para optimizar rendimientos.

Los Fondos Santander combinan la experiencia bancaria con estrategias diversificadas para navegar en mercados cambiantes. Su secreto poco evidente está en la capacidad de aprovechar ciclos económicos a través de un manejo flexible de activos, ofreciendo a los inversores una alternativa que equilibra dinamismo y solidez para optimizar rendimientos.

Cómo invertir con Santander Fondos


Invertir en los fondos de Santander México es sencillo. Puedes hacerlo desde la app Santander, Banca en Línea o en cualquier sucursal. El proceso está diseñado para facilitar la experiencia, guiándote desde la evaluación de tu perfil hasta la elección del fondo más adecuado. El monto mínimo de entrada es de $1,000 pesos para la mayoría de los fondos, aunque algunos de la gama Select requieren montos mayores.


Pasos para empezar a invertir


  • 1. Abre una cuenta en Santander (puede ser digital).

  • 2. Ingresa a la app o portal y accede a la sección “Fondos de Inversión”.

  • 3. Responde el cuestionario de perfil de riesgo.

  • 4. Selecciona el fondo según tu perfil y objetivos.

  • 5. Realiza tu inversión inicial desde $1,000 pesos.


Consejos clave para nuevos inversionistas


  • Empieza con fondos de deuda si es tu primera inversión.

  • Diversifica combinando mixtos y globales.

  • Consulta regularmente el desempeño desde la app.

  • Revisa comisiones, liquidez y plazos antes de invertir.

  • Consulta con un asesor si tienes dudas sobre tu perfil.


Con Santander Fondos puedes construir un portafolio profesional, diversificado y adaptado a tus metas financieras. Invertir bien comienza con una decisión informada y disciplinada.


COMIENZA A INVERTIR HOY